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Agní, el dios védico del fuego

Dentro de la mitología hindú encontramos a Agní, un dios védico encargado del fuego, tanto ceremonial como doméstico. Este dios, junto con otros dioses como Indra y Suria, era el encargado de formar la conocida como “trinidad védica”. Una trinidad que poco a poco reemplazada por la trinidad puránica, que hoy por hoy conocemos con Brahma, Visnú y Shivá. Por tanto, no estamos ante ningún dios menor, en su momento, este fue una de las deidades más veneradas.

Se le suele atribuir varias líneas de parentesco. Por un lado, se dice que es hijo de la diosa Pritivi (Tierra) y el dios Diaus Pitar (Dios padre), siendo hermano gemelo de Indra. Pero por otro lado, también se establece que es hijo de los dioses Aditi y Kasyapa.

Su mujer es la diosa menor Svaha y juntos engendrarían al dios de la guerra, Karttikeya.

Aunque se le conoce como dios del fuego, lo cierto es que tras la trinidad védica fue considerado también como mensajero de los dioses y los mortales. Era también el encargado de proteger a los hombres y a sus hogares.

Dentro del arte hindú, este dios se representaba con dos rostros. Esto respondía a su dualidad, como dios benévolo y dios destructivo. Contaba con ojos y cabello negro, tres piernas, un millón de ojos y siete pares de brazos.

De todo su cuerpo emanan rayos de luz, siete en concreto, quizá por este motivo también era conocido como Sapta Yijuá, siete lenguas.

Se desplaza cómodamente con un macho cabrío o una cuadriga de cabras o loros.

El dios Agni, tenía también el poder de dar la inmortalidad a los mortales así como de perdonar todos los pecados de los hombres en el momento de su muerte.

En los templos hinduistas de hoy, aun se usa el taladro agni manthana (batido de fuego). Este objeto sirve para conseguir fuego por fricción. Su uso simboliza el nacimiento milagroso de Agní.